El planeta Spin Boldak es apenas una pequeña lucecita en la inmensidad del universo de la triple W. Un rinconcito para hablar sobre lo que pasa en España, en el mundo, en los medios... De todo un poco, sin tabúes ni concesiones al virus de lo políticamente correcto, que todo lo infecta y corroe.

martes, septiembre 19, 2006

Bola de cristal

No me las voy a dar de listillo, pero qué pena da constatar que no hace falta tener una bola de cristal para predecir cuál va a ser el siguiente movimiento de las fanáticas hordas islámicas cada vez que detectan lo que ellos consideran una "provocación". Asesinatos, incendios, amenazas... El pan nuestro de cada día con los hijos de Mahoma.

(Por cierto, ahora que acaba de morir la periodista y escritora italiana Oriana Fallaci, no está mal repasar sus últimas reflexiones sobre el Islam, sobre todo después del 11-S. Sin tapujos, sin pelos en la lengua, sin el miedo que rezuma la mayoría. Por desgracia, tal vez porque ya sabía que un cáncer estaba devorando su intensa vida).

El principal problema es asistir nuevamente al triste y poco reconfortante espectáculo de ver a los líderes occidentales pidiendo prudencia al Papa, disculpas, matizaciones, etc... Qué panda de acojonados. Como en el penoso caso de las caricaturas de Mahoma en un diario danés, los extremistas vuelven a ganarnos el pulso. ¡Y hasta el Papa afirma ahora que sus comentarios no reflejan su sentir! Con todos los respetos, no me joda, Santo Padre. Lo dicho, dicho está, y de forma cojonuda, por cierto. No se me eche atrás porque los barbudos vuelvan a amenazar a las sociedades libres, a las democracias occidentales.

Qué felices deben estar los islamistas viendo cómo su mundo monocolor (Corán, Alá, chador, kamikazes, Al Qaeda...) se apunta otro tanto. Seguimos en retirada. Qué gran desgracia.

Además de las últimas obras de la Fallaci (recogidas en una trilogía editada por La Esfera De Los Libros http://www.esferalibros.com/libros/librodetalle.html?libroISBN=8497343883), tampoco está mal echarle una ojeada hoy a una de las pocas excepciones (junto a Carlos Mendo) de personas con dos dedos de frente en El País. Se trata de la columna "Un favor papal", del siempre brillante Hermann Tertsch. Una delicia.

 
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