¡Que le corten la cabeza!

Pues sí, una vez más me salgo del guión de lo políticamente correcto y me alineo con los que se congratulan por la condena a muerte del ex dictador iraquí Sadam Husein. No me gusta la horterada esa del ahorcamiento. Había mejores maneras de hacerle sufrir un poco más. Qué sé yo... llevarle en coche hasta el centro de Nayaf (ciudad santa chií, en el sur de Iraq) y dejarle en la puerta de la mezquita del Imán Alí, un lugar tela de sagrado para los chiíes, pueblo machacado y masacrado sistemáticamente por este cabrón con pintas... También le podían haber dado un paseo por el norte, por Halabja por ejemplo, ciudad gaseada en los años 80, con centenares de muertos, muchos de ellos niños y mujeres.

Iraq es hoy un problema incontrolable. Y gran parte de la culpa la tiene esa manía que tienen los gobernantes de hacer las cosas sólo pensando en el impacto inmediato que generará en la opinión pública. Si ya se embarcaron en una guerra impopular, ¿por qué no continuaron con una ocupación realmente impopular? Es decir: ocupación es sinónimo de toque de queda, de prohibición de manifestaciones, de control total de todo y de todos... Y no lo que han permitido en Iraq. Tras la derrota de la Alemania nazi, ¿se imagina alguien a los ex oficiales de las SS haciendo huelgas, organizándose en guerrillas, retando a las potencias ocupantes? Pues eso es lo que tenían que haber hecho en Iraq hasta calmar la situación.

Ya no hay quien arregle ese desastre. Mejor largarse y que se maten entre ellos, que por lo que parece lo hacen muy bien. A este ritmo de matanzas entre musulmanes podríamos tener solucionado el problema del terrorismo islámico en una década... ¿Bruto? Un poco, sí. Pero no tengo dudas: prefieron que se maten entre ellos a que nos maten a nosotros.

Tan simple como eso.