Francia, el enfermo de Europa

Francia está podrida. Su clase política, su modelo social y económico, sus relaciones internacionales... Lo hemos vuelto a ver estos días en las universidades de todo el país: cientos de miles de estudiantes manifestándose de forma violenta en contra de la precariedad laboral, como antes ardieron miles de coches en un irresuelto pulso al Estado por parte de las minorías extremistas. Y por no hablar del continuo ridículo de París en la escena mundial, con una pretendida grandeur perdida hace décadas, o su papel de perpetua piedra en el camino de la construcción europea.

Un caduco Estado centralista y sobreprotector que está creando una población adicta a la sopa boba e incapaz de apostar por la iniciativa privada y la libertad de comercio. Hay un libro, "La France qui tombe" ("Francia en declive", Nicolas Baverez, Ed. Gotaagota), que voy a intentar leer próximamente, porque me han dicho que es un retrato brutal del desastre en que está sumido la Francia actual. Ya os contaré, pero espero que sea tan demoledor como parece.

El primer ministro, Dominique de Villepin, se hunde de forma irresistible por su manifiesta incapacidad a hacer algo que no sea poesía. ¡Que estás ahí para gobernar, colega, no para posar como modelo! Del presidente Chirac, mejor no hablar, tan gagá como está el pobre. Mi esperanza es el "superpoli" Sarkozy. Él si tiene pinta de tener lo que hay que tener para enderezar el rumbo de una Francia que se hunde...