Cuba

* Llevo un tiempo encabronado con la dictadura cubana más de lo habitual. Por razones personales, es desde hace tiempo la tiranía que más detesto sobre la faz de la tierra. En enero se cumplieron 47 años de la inauguración de la cárcel-isla. ¡Medio siglo bajo la bota del coma-andante y su corrupta cohorte de lameculos! Se dice pronto.

Digo que últimamente ando más mosqueado de lo habitual porque dos obras me han vuelto a recordar cómo malviven los cubanos. Son "Cómo llegó la noche", de Huber Matos, y la película-documental "Balseros". La autobiografía de Matos (ex líder guerrillero que entró a La Habana junto a Fidel Castro tras la caída de Fulgencio Batista) me descompuso el estómago, no en vano narra con pelos y señales los 20 años de cautiverio que tuvo que soportar por llevarle la contraria al tirano. "Balseros" hizo que se me cayera el alma a los pies, sobre todo con las terribles escenas en las que cientos de cubanos se tiraban a las aguas del Caribe para intentar llegar a Florida en rudimentarias balsas.

Y todavía hay gente en el mundo que apoya a ese régimen y a sus aliados. Sin palabras.