El peñazo del peñón

300 años colea ya la pugna con Gran Bretaña por la soberanía de Gibraltar, una auténtica piedra en la piedra del zapato de España, como la denominó magistralmente ese maestro de maestros llamado Manu Leguineche. Ayer volvimos a ceder, como llevamos haciendo desde hace siglos. Son cosas menores, que probablemente serán buenas para los habitantes de tan deprimida zona, pero que no llegan al meollo del contencioso: la soberanía. Nuevas medidas cosméticas que vuelven a poner de manifiesto el pactismo barato, de bajada de pantalones, de que tanto hace gala nuestro Gobierno. Pues yo prefiero que mi Gobierno siga firme en sus posiciones, no aceptar a Gibraltar (una colonia) como interlocutor y seguir dando caña en todos los foros posibles hasta que se reconozca que la situación actual de Gibraltar (pirata, paraíso fiscal, refugio del fraude...) es una anomalía impresentable. Lo próximo será la aceptación del peñasco en la UEFA. Y seguiremos diciendo que sí a todo.

Un poco de firmeza, por Dios. Con Gibraltar, con ETA, con el radicalismo islámico... No sólo contra la otra mitad de España, la que no vota ni votará nunca a esta izquierda echada al monte. Por favor.