Rebelión popular
Éste es Miguel Grima, alcalde del PP en la localidad oscense de Fago hasta que alguien decidió quitárselo de enmedio con unos cuantos disparos de escopeta. Curiosa manera de zanjar los problemas en el agro, proclamo.
La Guardia Civil interroga ahora a los 35 vecinos de esta población de la Jacetania, ya que parece que el munícipe en cuestión tenía muchos enemigos y había recibido varias amenazas en los últimos años.
Este suceso llega fechas después del motín popular de Villaconejos (Madrid), donde unos 200 vecinos quemaron la casa de un conocido delincuente que les hacía la vida imposible y probablemente lo habrían pasaportado al otro mundo si llega a ponerse a tiro.
El caso es que esta coincidencia en el tiempo de estos dos exabruptos municipales, con la ley del juez Lynch (de ahí viene el término linchar, para el que no lo sepa) por bandera, me ha convencido de que, por mucha modernidad que nos asalte a la vuelta de cada esquina, España sigue teniendo ese terrible reverso negro, que reaparece cada cierto tiempo para dejarnos ojopláticos (vulgarismo juvenil que escuché por vez primera hace pocos días, aunque se refiere más bien a los efectos de las drogas de diseño...).
España, después de todo, sigue siendo España.
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